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LA IGLESIAORGANO OFICIAL DE LA ARQUIDIOCESIS DE BOGOTÁ
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La Revista LA IGLESIA fundada en 1905, como Órgano oficial de la Arquidiócesis para dar a conocer y conservar los documentos oficiales, tanto de la Curia Romana como del Arzobispado de Bogotá. El encargado de dirigir la Revista fue el Pbro. D. Rafael Salomón Camargo, entonces Capellán del Panóptico y después Cura de Santa Bárbara. El primer número se imprimió en la "Imprenta La Luz" (Puente de San Francisco), lo mismo que el Número 2, del 15 de noviembre, el 3 del 1°de diciembre, y el 4 del 15 del mismo mes y en la misma Imprenta los números que aparecieron en 1906 hasta el de noviembre primero que fue el número 24. El 3 de junio de 1907 la Secretaría de Estado de Su Santidad dirigió al Señor Arzobispo de Bogotá la siguiente comunicación: Iustrísimo y Reverendísimo Señor: Acaba de ser entregado al Padre Santo, en nombre de V.S. Ilustrísima el Volumen I de la Revista quincenal "LA IGLESIA", que es el órgano oficial de esa Arquidiócesis. El Padre Santo se ha complacido vivamente al verla oportunidad práctica de esta publicación, destinada, por laudable propósito de V.S. a cultivar el espíritu eclesiástico en los sacerdotes, a organizar por medio de sabias reglas la acción que ellos deben ejercer y a fomentar entre los mismos la mutua caridad y la adhesión a la Silla Apostólica. El Padre Santo, al encargarme de darlos más expresivos agradecimientos a V.S. por el homenaje recibido, asegura prosperidad al periódico mismo y en prueba de especial benevolencia ha impartido de todo corazón a V.S., a vuestro clero y al pueblo, la bendición Apostólica. De V.S. ilustrísima, Leal Servidor(fdo) R. Cardenal Merry del Val . |
La Revista LA IGLESIA fundada en 1905, como Órgano oficial de la Arquidiócesis para dar a conocer y conservar los documentos oficiales, tanto de la Curia Romana como del Arzobispado de Bogotá. El encargado de dirigir la Revista fue el Pbro. D. Rafael Salomón Camargo, entonces Capellán del Panóptico y después Cura de Santa Bárbara.
El primer número se imprimió en la "Imprenta La Luz" (Puente de San Francisco), lo mismo que el Número 2, del 15 de noviembre, el 3 del 1°de diciembre, y el 4 del 15 del mismo mes y en la misma Imprenta los números que aparecieron en 1906 hasta el de noviembre primero que fue el número 24.
El 3 de junio de 1907 la Secretaría de Estado de Su Santidad dirigió al Señor Arzobispo de Bogotá la siguiente comunicación:
En el año de 1911 (ver Año VI, Volumen VI) aparece la orden del Arzobispo para que se lea la Revista "LA IGLESIA" en los seminarios.
En los años siguientes hasta 1910 no aparece "Pie de Imprenta" en ninguno de los números, pero por el tipo de letra es posible que todos estos ejemplares hubieran sido impresos en la misma "Imprenta de La Luz". Se sabe, por la Crónica publicada en esta Revista en el cincuentenario de la misma, que a fines de 1910 y "con ocasión de las Bodas de Plata del Prelado, fue adquirida la "Imprenta San Bernardo" que se instaló en la antigua Casa Capitular en donde continuó imprimiéndose la Revista.
En 1923 esta Revista se convirtió en mensual y en 1926, cuando se vendió la Imprenta San Bernardo se suprimió temporalmente la publicación; solamente aparecieron dos números en ese año.
En 1927 solamente apareció un número extraordinario de la Revista con los Documentos de la Conferencia Episcopal, impreso en la Editorial "Santa Fe" que estuvo al cuidado de Monseñor José Manuel Díaz.
En 1928 y hasta 1930 se imprimió la Revista en "La Sociedad Editorial" y en la "Imprenta del Sagrado Corazón" con la dirección del Presbítero Juan Crisóstomo García por determinación del Excmo. Monseñor Perdomo.
En 1930 volvió a aparecer la "Imprenta La Luz" en donde se imprimió la Revista hasta 1936, luego en la "Editorial Centro"; en 1940 en la Editorial "Lumen Christi".
En noviembre de 1935 fue nombrado Director de la revista "LA IGLESIA" Monseñor José Manuel Marroquín.
En 1943, al retiro de Monseñor José Manuel Marroquín, como Director, asumió el cargo Monseñor José Restrepo Posada (Cfr. "LA IGLESIA" 1955, pág. 678) y así hasta el año de 1973, sin que aparezca su nombre como Director de la Revista sino solamente con el dato de que se edita "bajo la Dirección de la Cancillería del Arzobispado", continuó su publicación.
En 1973 fue nombrado Director el Presbítero Jorge Martínez y al aceptarle su renuncia en 1975 fue nombrado el Pbro. Héctor Luis Gutiérrez Pabón con la asesoría de los Presbíteros Mario Revollo Bravo y Cándido López Valencia, hasta diciembre de 1978.
Desde enero de 1979 hasta diciembre de 1982 asumió la Dirección de la Revista, por determinación Arzobispal el Departamento Arquidiocesano de Pastoral y en enero de 1982 fue nombrado por Decreto del Cardenal Muñoz Duque el Pbro. Guillermo Umaña Díaz.
La laboriosa tarea como Director de la Revista del Pbro. Umaña duró de enero de 1982 hasta su muerte el 3 de noviembre de 1993. Sin embargo, de ese año solamente alcanzó a ser editado el primer semestre.
El Director, nombrado por Decreto 333 del 13 de febrero de 1998, firmado por el Excmo. Monseñor Pedro Rubiano Sáenz aceptó el encargo de poner al día la Revista que no había vuelto a aparecer desde el fallecimiento del Pbro. Guillermo Umaña Díaz, por algunas dificultades que surgieron. Por determinación del Primado apareció desde el segundo semestre de 1993, pero con la advertencia de que, a partir de ese año, aparecerán en la Revista solamente los documentos propios de la Arquidiócesis de Bogotá, pues los documentos de la Santa Sede y de otras entidades eclesiásticas aparecen en publicaciones especiales, a menos que tengan relación directa con la Arquidiócesis.
Anécdotas y curiosidades histórico-eclesiales que aparecen el Volumen I de "LA IGLESIA" Además de lo que anuncia el "CONTENIDO" de la Revista, aparecen en algunos números ciertos escritos a los cuales estamos dando los nombres del título de este acápite: "Anécdotas y Curiosidades".
Del Volumen I (1905-1907) tomamos estos dos que pueden contener datos desconocidos para algunos de nuestros lectores:
Motu Proprio del Romano Pontífice, por el cual concede a los Cardenales el uso de la Cruz Pectoral
El Sumo Pontífice ha concedido a todos los Cardenales, aun a los Diáconos, el privilegio de llevar la Cruz Pectoral, dondequiera, hasta en su misma presencia. A este propósito conviene saber que antes era la Cruz episcopal, de exclusivo privilegio de los Obispos, más tarde la usaron los Abades y Ya desde 1750 se decía en las Rúbricas del Misal que el Obispo Y el Abad debían ponerse la Cruz sobre los ornamentos, antes de la estola. Pero desde 1899, aunque tal privilegio no les fue quitado a los Abades, se dejó de hacer mención de ellos.
Y es de anotar que los Sumos Pontífices jamás llevaban en público dicha Cruz pectoral, sino en las funciones pontificales o para decir misa ... mas para lo que pudiera llamarse actos civiles, jamás se les veía con ella. Por esto, sin ir tan lejos, los numerosos retratos que tenemos de Gregorio XVI nos lo muestran siempre sin la Cruz pectoral. Fue Pío IX quien empezó llevarla continuamente y han seguido esta enseñanza León Xlll Y Pío X.
Los Cardenales tenían en esto una costumbre particular: si eran Cardenales Obispos, siempre llevaban Cruz pectoral; si eran Cardenales Presbíteros, la usaban solo en la Misa y en las ceremonias pontificales; fuera de ellas. la llevaban oculta bajo la muceta, aun cuando fuesen Obispos Y si no lo eran, tenían derecho de ponérsela, no bien hubiesen traspuesto las fronteras de los Estados Pontificios.
Fue quizá en 1902, cuando, habiendo la Congregación encargada del ceremonial, atendido la petición que sobre el uso de la Cruz pectoral hicieron los Cardenales Presbíteros y Diáconos, respondió que no había lugar a innovación alguna y que las cosas seguían como hasta entonces habían estado.
El Decreto del Sumo Pontífice viene pues, a llenar un vacío, dando, en calidad de derecho a los miembros del Sacro Colegio, lo que no ha sido sino privilegio de ciertas prelaturas. Además de los Abades, que llevan la Cruz pectoral, el Papa advierte que también los Protonotarios ad instar participantium pueden llevarla cuando van a la iglesia a celebrar misa pontificial o cuando salen después de celebrarla.
No convenía que en esto fuesen los Eminentísimos Cardenales, inferiores a los simples Protonotarios apostólicos, y así el Sumo Pontífice, para honrar más el sacro Colegio de Cardenales de la Santa Iglesia Romana, concede a todos y a cada uno de ellos, desde ahora para siempre el derecho de llevar Cruz Pectoral sobre la muceta, en los actos de la vida civil. Por tanto, ya no habrá, a este respecto, distinción alguna entre los Cardenales, sean Obispos, Presbíteros o Diáconos y todos llevarán esta insignia, aún en presencia del Sumo Pontífice. (Estudios eclesiásticos).
La sublime caridad de Pío X Siendo Pío X Patriarca de Venecia tuvo ocasión de visitar a un pobre agonizante que yacía en el suelo. El Cardenal regresó a su domicilio y al disponerse para el descanso de la noche, pensaba así: "¿Voy a dormir en cama regalada, mientras aquel agonizante carece de lecho?". Y enternecido el compasivo Prelado, envolvió su colchón y cargando con él se dirigió por las silenciosas calles de Venecia en busca del enfermo. No tardó en ser detenido por los agentes de policía, que lo tomaron por un malhechor. Al reconocer al Cardenal, los agentes se encargaron de cumplir la insigne obra de caridad del Eminentísimo Purpurado.
El primer número se imprimió en la "Imprenta La Luz" (Puente de San Francisco), lo mismo que el Número 2, del 15 de noviembre, el 3 del 1°de diciembre, y el 4 del 15 del mismo mes y en la misma Imprenta los números que aparecieron en 1906 hasta el de noviembre primero que fue el número 24.
El 3 de junio de 1907 la Secretaría de Estado de Su Santidad dirigió al Señor Arzobispo de Bogotá la siguiente comunicación:
En el año de 1911 (ver Año VI, Volumen VI) aparece la orden del Arzobispo para que se lea la Revista "LA IGLESIA" en los seminarios.
En los años siguientes hasta 1910 no aparece "Pie de Imprenta" en ninguno de los números, pero por el tipo de letra es posible que todos estos ejemplares hubieran sido impresos en la misma "Imprenta de La Luz". Se sabe, por la Crónica publicada en esta Revista en el cincuentenario de la misma, que a fines de 1910 y "con ocasión de las Bodas de Plata del Prelado, fue adquirida la "Imprenta San Bernardo" que se instaló en la antigua Casa Capitular en donde continuó imprimiéndose la Revista.
En 1923 esta Revista se convirtió en mensual y en 1926, cuando se vendió la Imprenta San Bernardo se suprimió temporalmente la publicación; solamente aparecieron dos números en ese año.
En 1927 solamente apareció un número extraordinario de la Revista con los Documentos de la Conferencia Episcopal, impreso en la Editorial "Santa Fe" que estuvo al cuidado de Monseñor José Manuel Díaz.
En 1928 y hasta 1930 se imprimió la Revista en "La Sociedad Editorial" y en la "Imprenta del Sagrado Corazón" con la dirección del Presbítero Juan Crisóstomo García por determinación del Excmo. Monseñor Perdomo.
En 1930 volvió a aparecer la "Imprenta La Luz" en donde se imprimió la Revista hasta 1936, luego en la "Editorial Centro"; en 1940 en la Editorial "Lumen Christi".
En noviembre de 1935 fue nombrado Director de la revista "LA IGLESIA" Monseñor José Manuel Marroquín.
En 1943, al retiro de Monseñor José Manuel Marroquín, como Director, asumió el cargo Monseñor José Restrepo Posada (Cfr. "LA IGLESIA" 1955, pág. 678) y así hasta el año de 1973, sin que aparezca su nombre como Director de la Revista sino solamente con el dato de que se edita "bajo la Dirección de la Cancillería del Arzobispado", continuó su publicación.
En 1973 fue nombrado Director el Presbítero Jorge Martínez y al aceptarle su renuncia en 1975 fue nombrado el Pbro. Héctor Luis Gutiérrez Pabón con la asesoría de los Presbíteros Mario Revollo Bravo y Cándido López Valencia, hasta diciembre de 1978.
Desde enero de 1979 hasta diciembre de 1982 asumió la Dirección de la Revista, por determinación Arzobispal el Departamento Arquidiocesano de Pastoral y en enero de 1982 fue nombrado por Decreto del Cardenal Muñoz Duque el Pbro. Guillermo Umaña Díaz.
La laboriosa tarea como Director de la Revista del Pbro. Umaña duró de enero de 1982 hasta su muerte el 3 de noviembre de 1993. Sin embargo, de ese año solamente alcanzó a ser editado el primer semestre.
El Director, nombrado por Decreto 333 del 13 de febrero de 1998, firmado por el Excmo. Monseñor Pedro Rubiano Sáenz aceptó el encargo de poner al día la Revista que no había vuelto a aparecer desde el fallecimiento del Pbro. Guillermo Umaña Díaz, por algunas dificultades que surgieron. Por determinación del Primado apareció desde el segundo semestre de 1993, pero con la advertencia de que, a partir de ese año, aparecerán en la Revista solamente los documentos propios de la Arquidiócesis de Bogotá, pues los documentos de la Santa Sede y de otras entidades eclesiásticas aparecen en publicaciones especiales, a menos que tengan relación directa con la Arquidiócesis.
Anécdotas y curiosidades histórico-eclesiales que aparecen el Volumen I de "LA IGLESIA" Además de lo que anuncia el "CONTENIDO" de la Revista, aparecen en algunos números ciertos escritos a los cuales estamos dando los nombres del título de este acápite: "Anécdotas y Curiosidades".
Del Volumen I (1905-1907) tomamos estos dos que pueden contener datos desconocidos para algunos de nuestros lectores:
Motu Proprio del Romano Pontífice, por el cual concede a los Cardenales el uso de la Cruz Pectoral
El Sumo Pontífice ha concedido a todos los Cardenales, aun a los Diáconos, el privilegio de llevar la Cruz Pectoral, dondequiera, hasta en su misma presencia. A este propósito conviene saber que antes era la Cruz episcopal, de exclusivo privilegio de los Obispos, más tarde la usaron los Abades y Ya desde 1750 se decía en las Rúbricas del Misal que el Obispo Y el Abad debían ponerse la Cruz sobre los ornamentos, antes de la estola. Pero desde 1899, aunque tal privilegio no les fue quitado a los Abades, se dejó de hacer mención de ellos.
Y es de anotar que los Sumos Pontífices jamás llevaban en público dicha Cruz pectoral, sino en las funciones pontificales o para decir misa ... mas para lo que pudiera llamarse actos civiles, jamás se les veía con ella. Por esto, sin ir tan lejos, los numerosos retratos que tenemos de Gregorio XVI nos lo muestran siempre sin la Cruz pectoral. Fue Pío IX quien empezó llevarla continuamente y han seguido esta enseñanza León Xlll Y Pío X.
Los Cardenales tenían en esto una costumbre particular: si eran Cardenales Obispos, siempre llevaban Cruz pectoral; si eran Cardenales Presbíteros, la usaban solo en la Misa y en las ceremonias pontificales; fuera de ellas. la llevaban oculta bajo la muceta, aun cuando fuesen Obispos Y si no lo eran, tenían derecho de ponérsela, no bien hubiesen traspuesto las fronteras de los Estados Pontificios.
Fue quizá en 1902, cuando, habiendo la Congregación encargada del ceremonial, atendido la petición que sobre el uso de la Cruz pectoral hicieron los Cardenales Presbíteros y Diáconos, respondió que no había lugar a innovación alguna y que las cosas seguían como hasta entonces habían estado.
El Decreto del Sumo Pontífice viene pues, a llenar un vacío, dando, en calidad de derecho a los miembros del Sacro Colegio, lo que no ha sido sino privilegio de ciertas prelaturas. Además de los Abades, que llevan la Cruz pectoral, el Papa advierte que también los Protonotarios ad instar participantium pueden llevarla cuando van a la iglesia a celebrar misa pontificial o cuando salen después de celebrarla.
No convenía que en esto fuesen los Eminentísimos Cardenales, inferiores a los simples Protonotarios apostólicos, y así el Sumo Pontífice, para honrar más el sacro Colegio de Cardenales de la Santa Iglesia Romana, concede a todos y a cada uno de ellos, desde ahora para siempre el derecho de llevar Cruz Pectoral sobre la muceta, en los actos de la vida civil. Por tanto, ya no habrá, a este respecto, distinción alguna entre los Cardenales, sean Obispos, Presbíteros o Diáconos y todos llevarán esta insignia, aún en presencia del Sumo Pontífice. (Estudios eclesiásticos).
La sublime caridad de Pío X Siendo Pío X Patriarca de Venecia tuvo ocasión de visitar a un pobre agonizante que yacía en el suelo. El Cardenal regresó a su domicilio y al disponerse para el descanso de la noche, pensaba así: "¿Voy a dormir en cama regalada, mientras aquel agonizante carece de lecho?". Y enternecido el compasivo Prelado, envolvió su colchón y cargando con él se dirigió por las silenciosas calles de Venecia en busca del enfermo. No tardó en ser detenido por los agentes de policía, que lo tomaron por un malhechor. Al reconocer al Cardenal, los agentes se encargaron de cumplir la insigne obra de caridad del Eminentísimo Purpurado.
Tomado de la Revista la Iglesia año 2005.
